Mujeres en cadena

sábado, 30 de julio de 2011

Educar en sentimientos

Expresar nuestros sentimientos, nuestras necesidades... hablar de ellos con naturalidad desde pequeños, es lo que muestra este video.

Convertirse en Madre

Maravilloso artículo de Nuria Otero, imprescindible para entender el puerperio. Publicado en el Foro de la Asociación Criar con el Corazón

Hay algo de salto al vacío en el hecho de convertirse en madre. Porque realmente no sabemos qué pasará al día siguiente del parto. Quién será nuestro hijo o nuestra hija… pero fundamentalmente, desconocemos en quién nos convertiremos nosotras.
Si hay un aspecto en el que coinciden muchísimas mujeres a la hora de recordar el posparto es ese sentimiento de no reconocerse a ellas mismas, de no encontrar en el espejo a aquélla que fueron. Y no se trata tan sólo de un desencuentro físico, de que estemos más o menos gordas de lo que esperábamos, de que los pechos nos duelan, de que los entuertos y loquios no acaben cuando creíamos, de que el pelo se nos caiga a mechones, de que el cansancio nos desmorone hasta límites insospechados días antes y de que los brazos no se acostumbren a mantener constantemente el peso de nuestro bebé. No… es mucho más que eso. Es el encontrarse con una mujer a la que desconocemos totalmente. Que piensa cuestiones y en cuestiones en las que nunca había pensado antes, que se contradice a sí misma cada cuarto de hora, que aunque quiere dormir no deja de velar el sueño de ese pequeño ser que acaba de romper en dos sus creencias, que tiene miedo y vértigo y alegría e inseguridad y se siente fuerte y poderosa a la vez que débil y diminuta… una auténtica montaña rusa en la cual las hormonas tienen mucho que ver, pero también una incalculada brecha que se ha abierto en nuestra vida gracias a la aparición de ese pequeño que nos ha arrebatado la cordura. Una brecha a través de la cual entrevemos las posibilidades reales del amor, del deseo, de la entrega… la mujer sin límites que podríamos llegar a ser, la verdadera YO que se esconde tras cientos de convenciones sociales, tras velos y velos de “cordura”, tras la obediencia aprendida y el “saber estar” pretendido. Y lo que se ve nos encanta, pero a la vez nos asusta… como las atracciones de feria, a las que la mayoría de las veces, pasada una cierta edad, dejamos de subir, porque el miedo puede más que el maravilloso agujero en el estómago a la hora de dar una vuelta cabeza abajo en una máquina infernal. Así, miramos hacia otro lado mientras esperamos que la brecha se cierre, mientras esperamos que alguien nos ayude a cerrarla o simplemente la cierre a base de dosis de realidad.

Nuevas formas de trabajar

Cuando tenemos un bebé tenemos que elegir entre criar al bebé y trabajar, en este país no hay conciliación laboral, es pura teoria. La baja maternal es escasa y el apoyo institucional que existe es un chiste.
La maternidad no sólo no tiene un valor mercantil (no se cotiza ni se valora como un servicio), sino que además, resulta una complicación para el empresario y se nos dice, sin ningún tipo de vergüenza, que somos un obstáculo para el buen funcionamiento del equipo; que ser madre es poner freno a la carrera profesional de las mujeres y que de decidir ejercer como madres nos arriesgamos a un paréntesis laboral. Debería haber libertad de elección sin tener que renunciar a nada; es decir, no “tener” que trabajar, sino querer hacerlo y poder elegir entre las múltiples posibilidades que existen: trabajo online, horarios flexibles, turnos especiales, etc. Y de la misma manera, que se respete a aquellas mujeres que, libremente, deciden ejercer su maternidad como tarea prioritaria.

A continuación un video... que espero que algún día sea visto como algo habitual en este país...

http://www.mothering.com/interactive/cool_stuff/working_moms.html

Educación - Changing Paradigms, Ken Robinson

La crianza con apego y la educacion permisiva y negligente

Este artículo define muy bien las diferencias... El que haya libertad y respeto no quiere decir que no haya límites y normas... no nos confundamos!! Dejemos que los niños puedan escuchar su guía interior, no demos tantos mensajes e instrucciones, no es fácil pero no desistamos, es un trabajo para los adultos.


Por Ileana Medina Hernández
Quienes defendemos la crianza con apego y la importancia del afecto en la educación de nuestros hijos, a veces sufrimos las críticas de quienes confunden el amor con una educación permisiva donde todo vale o donde a los hijos se les deja "hacer lo que quieran". "Los niños también necesitan normas" -saltan enseguida los salvaguardas del orden, con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.
Creo importante deslindar la abismal diferencia que existe entre la crianza con apego, la educación democrática y el respeto de las necesidades y características individuales de nuestros hijos; y la educación permisiva negligente.
Hay dos maneras bien diferentes de "permitirles" a nuestros hijos hacer algo: desde la comunicación, la mirada, la presencia paterna que respeta sus necesidades, su condición de niño y su personalidad; o desde la ausencia, desde la ignorancia, desde la pereza, la comodidad o la negligencia de los padres que simplemente "pasan" de sus hijos, no les escuchan ni les conocen, no pasan tiempo con ellos, y por tanto, tampoco los respetan, simplemente los ignoran.
Creo que es muy importante hacer esta distinción para incautos. La crianza con apego se basa en el afecto, la mirada, la empatía, el tiempo dedicado y realmente compartido con nuestros hijos. Educar es acompañar. Con coherencia, con criterio, con creatividad, con alegría, con cariño y con respeto por el niño pequeño.
Eso es bien diferente de la familia "permisiva" donde los niños permanecen solos una gran parte del tiempo, haciendo lo que quieren, "entretenidos" para no "molestar" al adulto; donde unas veces son regañados o reciben gritos o golpes cuando sus padres están de mal humor, y otras son consentidos o se les permite hacer lo que quieran siempre que "no molesten"; donde se truecan el tiempo, la presencia y la atención por regalos y objetos materiales; donde los padres están en el bar o fumando un cigarrito mientras los niños juegan solos todas las tardes en el mismo parque; donde los niños se crían solos sin apoyo y sin sostén emocional; donde no hay coherencia ni criterio educativo; donde los padres -ya sea por trabajo, por inconciencia, por pereza o por falta de recursos materiales, intelectuales y emocionales- permanecen ajenos a las auténticas necesidades del niño, y este sigue siendo huérfano de mirada, contacto y atención... Más que de educación permisiva, me parece más adecuado hablar en este caso de educación negligente, o incluso de no educación, simplemente abandono.

viernes, 29 de julio de 2011

Entrevista a Jean Liedloff

Entrevista de Silvia Marty a Jean Liedloff, antropóloga y autora del “concepto de Continuum” recientemente fallecida y a la que agradecemos su obra y sus investigaciones con los indigenas Yekuana. 



La mayoría de las criaturas nacidas en Occidente viajan en cochecito, duermen en su cuna, lloran sin obtener el consuelo que reclaman… Padres e hijos nos separamos muy pronto, erróneamente convencidos de que estamos favoreciendo la independencia de los niños y nuestro bienestar.

La antropóloga Jean Liedloff convivió, durante los años setenta, con una comunidad de Venezuela (la tribu de los Yequana) y pudo observar una crianza de contacto continuo. Su famoso libro El concepto del continuum revela la importancia de lo que designa como fase en brazos y nos recuerda que actuar contra las expectativas naturales de la especie humana nos lleva a perder nuestro bienestar… y pasa factura.

Estamos tan alejados de nuestro instinto que convertimos en súper éxitos de ventas los libros que ofrecen métodos para enseñar a dormir a nuestros hijos, para poner límites, para aprender a comer… ¿Por un lado el conductismo y por el otro el continuum?

Jean Liedloff: En América, el doctor Ferber enseña a las parejas el sistema conductista para dormir a los niños. Les explica que después de cinco minutos de atender al niño, deben salir de la habitación. En la segunda ocasión deben separarse de él diez minutos, en la tercera, veinte minutos… Al cabo de unas noches, el niño aprendió él mismo a consolarse. Usar esta palabra, consolarse, es reconocer la miseria de este sistema, que cultiva la desesperación del niño: ya no espera que nadie se interese por él. Lo más trágico es que él no está enfadado con sus padres, porque cree que son como dioses, son todo lo que un hijo desea y necesita. Así pues, el niño siente que no es bueno, cree que no es como debería ser, que no es suficientemente amable o interesante. Este sentimiento perdura a lo largo de toda la vida en el interior de la persona.

El problema es que este método aparentemente funciona. Unos días después, si los padres han sido capaces de sufrir los lloros, el niño se duerme sin reclamar presencia constante. ¿Como se pueden prever las consecuencias?

Claro que funciona, ¡porque el niño ya no llora!, pero cultiva la desesperanza. No hace falta esperar al futuro para hallar las consecuencias, las podemos observar en el presente. Si el niño ve que su lloro no funciona, que no le sirve de nada, pierde la esperanza. ¿Eso es lo que queremos para nuestros hijos? Si sufre, ¿no nos importa?

Nuestra sociedad tiende a creer que un niño que no llora es un niño bueno, que un niño que no reclama atención constante es un niño que se porta bien.
Es un niño con el corazón roto. Probablemente es un niño que odia la sociedad. Un niño debería sentirse bienvenido y valorado. Entre nosotros, no hay casi nadie que se sienta así.

Todos los padres deseamos lo mejor para nuestros hijos. Hacemos lo que hacemos pensando que es lo correcto. Así que, ¿por qué esta incompetencia a la hora de criar?

Desde bien pequeños nos cuentan que no debemos obedecer nuestros impulsos primarios: debemos hacer caso al doctor, al profesor, a la madre, etc. Siempre tenemos la referencia del adulto, y aprendemos a desconfiar de nuestros sentimientos si estos no coinciden con lo que este adulto nos marca. De mayores, aparcamos nuestro conocimiento instintivo, la voz interior que nos quiere alertar, y nos ponemos en manos de expertos que dicen saber cómo debemos cuidar a un bebé. Todo el mundo sabe, sin necesidad de un diccionario, que cuando un niño llora no es feliz, que está pidiendo algo. El primer experto es el bebé, que sabe lo que pide; el segundo experto se halla en el interior de cada madre y cada padre. De pequeños nos dicen que no debemos obedecer nuestros impulsos primarios: debemos obedecer al adulto. Así aprendemos a desconfiar de nuestros instintos y sentimientos.

Si no hemos criado a un niño continuum, ¿qué podemos hacer para resolverlo?

Un niño de cuatro años lo puedes poner a dormir contigo, si él lo desea, hasta que se vaya por propia voluntad. Si tienes un hijo mayor, puedes hablar con él. Lo que hace falta es exponer los sentimientos. Si tú misma no te sentiste suficientemente acogida, también. Yo nunca me sentí bienvenida, y hacía todo lo posible para que mi madre se sintiera orgullosa de mí. Descubrí que haciendo bromas, ella reía. Y yo hacía bromas. Pero me di cuenta de que ella no se reía porqué estuviese orgullosa de su niña sino porqué el juego era divertido. Reconocerlo y explicarlo también ayuda.

martes, 26 de julio de 2011

Discurso de Amma: las madres traeran la paz

Discurso de Amma cuando se le entrego el premio Ghandi por la Paz de Naciones Unidas...
Está en francés pero en resumen decía que el futuro del planeta depende las mujeres. Las mujeres son la energía y el mismo fundamento de nuestra existencia en este mundo. Cuando las mujeres pierden contacto con su ser profundo, la armonía del mundo es aniquilada para dar lugar a la destrucción. Es pues crucial que las mujeres hagan todos los esfuerzos posibles para redescubrir su naturaleza fundamental, porque es así podremos salvar el mundo...

video.google.com/videoplay?docid=-4496410506470583242  

jueves, 7 de julio de 2011

Tus hijos

Lo considero un poema inspirador, que releo muchas veces, para mi es una referencia y una guía...

Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.

No vienen de ti,
sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellos,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.

Tu eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas,
son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
sea para la felicidad.


Kalhil Gibran
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