Mujeres en cadena

miércoles, 28 de agosto de 2013

Abrazar nuestra sombra


La sombra en términos psicológicos es la parte reprimida de nuestro ego y, se refiere a los aspectos de nosotros mismos que nos resultan difíciles de reconocer. Así por ejemplo, cuanto mayor sea la apariencia de fortaleza de una persona ante el mundo, mayores serán los indicios de que tras esa fachada, se oculta una manifestación de la sombra en un carácter débil y vulnerable. 

Como puedo observarla en mi día a día, sólo mira bajo la máscara de tu consciente, y comprobarás que descansan ocultas todo tipo de emociones y conductas negativas, la rabia, los celos, la vergüenza, la mentira, el resentimiento, la lujuria, el orgullo e incluso tendencias asesinas y suicidas. Este territorio arisco e inexplorado es lo que en psicología se denomina como sombra personal. 
Hay varios modos de cazarla. Uno de los más evidentes se vislumbra en cualquier tipo de exageración que cometamos. Por ejemplo cuando expresamos sentimientos del tipo: “¡¡No puedo creer que hiciera tal cosa!! ¡¡No comprendo como puede llevar esa ropa!!” 
Cada vez que respondemos exageradamente a favor o en contra de algo, sobran razones para sospechar que nos hallamos en territorio de la sombra y que haríamos bien en investigar, ya que por ejemplo lo que no soportamos en los demás, son aquellos atributos que nos desagradan de nosotros mismos. Es por ello que tal vez resultaría interesante, seleccionar aquellas características que más odiemos y aborrezcamos, ya que lo que censuramos de nuestros “enemigos” no es más que una proyección oscura de nuestra propia sombra. Lo que más nos irrita de los demás es aquello que puede conducirnos a un mejor entendimiento de nosotros mismos. 

La sombra sólo se convierte en algo hostil, cuando la ignoramos y no la tenemos en cuenta.


Aunque parezca un chiste, debemos cuidar a nuestros enemigos porque ellos constituyen una de las mejores ayudas que conducen al crecimiento. Por otra parte, si tuviésemos acceso a la biografía secreta de dichos sujetos y comprendiésemos toda la tristeza y sufrimiento que encierran, lo más probable es que toda nuestra hostilidad se desvaneciese. Tal vez todos necesitamos una cierta forma de opositores, nuestra existencia en cierto sentido, parece progresar gracias a ellos.  Proyectamos en nuestros enemigos aquellos rasgos nuestros que nos resultan especialmente intolerables en nosotros mismos. 


El encuentro terapéutico con la sombra suele comenzar en la madurez cuando sentimos que se tambalean las esperanzas que habíamos puesto en nosotros mismos. En cualquier caso, este trabajo empieza siempre que nuestra vida parezca estancarse y perder todo su interés y sentido.

El objetivo del proceso de individuación, es decir, el proceso de llegar a ser personas completas y únicas, es el de aceptar y asumir simultáneamente la luz y la sombra, favoreciendo el desarrollo de una relación creativa entre el ego y la conciencia. Pero tengamos en cuenta que, a menudo, para llegar a algún acuerdo con la sombra es necesario sacrificar la inflación del ego, lo cual se opone frontalmente al antiguo ideal ético de la inmediata perfección absoluta.  

La curación de la sombra es también una cuestión de amor. Amarse a uno mismo no es una tarea sencilla, es por ello que la atención y aceptación que prestamos a nuestras facetas más abyectas forma parte del proceso de curación. Tomar conciencia cotidianamente de nuestras limitaciones y fallos es permanecer atentos para que la sombra no nos coja desprevenidos. 



 Dejo de resistirme a lo que rechazo de mí, también yo soy eso (Chandica)



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