lunes, 12 de diciembre de 2011
Diez razones para no pegar a sus hijos
Jan Hunt, una psicologa americana-canadiense nos da diez razones para no pegar a los niños, aunque para mi no hay ninguna razón que lo justifique
En Suecia y en Noruega es ilegal que un padre, maestro o cualquier otra persona pegue a un niño. En otros estados y provincias, pegar sólo es ilegal para un maestro. En Norte de América el castigo corporal por parte de los padres, sino es demasiado severo, sigue siendo visto por muchos como una disciplina necesaria, tolerada o, incluso, fomentada.
En los últimos años, muchos psiquiatras, sociólogos, investigadores y padres han exhortado prohibir el castigo corporal a los niños. La razón más importante según el Dr. Peter Newell, coordinador de la organización “End Punishment of Children” (EPOCH) es que «toda persona tiene derecho a la protección de su integridad física, y los niños son también personas».
1. Golpear a los niños les enseña a convertirse en personas que a su vez golpean a los otros. Varios estudios e investigaciones han demostrado una correlación directa entre el castigo corporal en la infancia y la conducta agresiva o violenta de los jóvenes y adultos. De pequeños, prácticamente todos los delincuentes más peligrosos han sido víctimas de amenazas y maltratos. Naturalmente los niños aprenden a comportarse mediante la observación y la imitación de sus padres, ya sea para bien o para mal. Por lo tanto, es responsabilidad de los padres dar ejemplo de empatía y de sabiduría.
2. En muchos casos del denominado “mal comportamiento”, el niño está simplemente respondiendo de la única manera que le es posible, en base a su edad y su experiencia, a la negación de sus necesidades básicas. Algunas de estas necesidades son: el sueño, una nutrición adecuada, el tratamiento de una alergia oculta, el aire fresco, el ejercicio físico y la libertad suficiente para explorar el mundo que le rodea. Pero su mayor necesidad consiste en recibir amor y atención de sus padres. Lamentablemente, en la actualidad, pocos niños reciben suficiente tiempo y atención, ya que sus padres están a menudo cansados y distraídos y muestran muy poca comprensión y paciencia con el pequeño. Es muy injusto castigar físicamente a un niño que en realidad se limita a reaccionar de una manera natural a la falta de atención de sus necesidades básicas y a sus deseos fundamentales. Por esta razón no sólo el castigo no es efectivo, sino que está claramente injustificado.
3. Los castigos físicos no dejan al niño aprender a resolver los conflictos de una forma humana y eficaz. Como ha escrito el educador John Holt, «Cuando atemorizamos a un niño, frenamos de golpe su aprendizaje». Un niño que ha sido pegado se concentra únicamente en sus propios sentimientos de ira y venganza, y así viene privado de la oportunidad de aprender a solucionar los problemas de una manera creativa. Por lo tanto, un niño castigado aprende poco acerca de cómo manejar o prevenir situaciones similares en el futuro.
4. «La letra con sangre entra», aunque muy citado, es en realidad una interpretación errónea de la enseñanza bíblica. Mientras que la palabra “vara” se menciona muchas veces en la Biblia, sólo en el Libro de los Proverbios se utiliza este término en relación con el papel de los padres. De hecho, los duros métodos de disciplina del Rey Salomón llevaron a su propio hijo, Roboam, a convertirse en un dictador tiránico y opresivo que escapó por poco de la muerte por lapidación a causa de su crueldad. En la Biblia, no encontraremos ningún fundamento para utilizar la disciplina severa, salvo en el Libro de los Proverbios de Salomón. Jesús dijo que los niños estaban cerca de Dios y que necesitan amor, no castigo.
5. Los castigos físicos interfieren en el vínculo entre padres e hijos, porque va contro natura el sentir amor por alguien que nos hiere. Un auténtico espíritu de cooperación, tal y como todos los padres lo desean, sólo puede fundarse en un fuerte vínculo basado en sentimientos de amor mutuo y consideración. Los castigos físicos, incluso cuando pueda parecer que funcionan, sólo originan superficialmente un buen comportamiento basado solamente en el miedo, que se podrá mantener hasta que el niño tenga la edad suficiente para oponer resistencia. Al contrario, la cooperación basada en el respeto dura permanentemente, llevando a vivir muchos años de felicidad mutua mientras el niño crece y los padres envejecen.
6. Muchos padres no aprendieron en su infancia que existen formas positivas de relacionarse con los niños. Cuando el castigo físico no logra los objetivos deseados, y el padre no conoce otros métodos alternativos, el castigo puede agravarse con acciones más frecuentes y mucho más graves para la integridad del niño.
7. La ira y la frustración de un niño que no pueden expresarse en términos de seguridad se almacenan en su interior. Es posible que los castigos físicos parezcan producir una “buena conducta” durante los primeros años, pero siempre a un caro precio, que será pagado por los padres y por la sociedad en su conjunto, cuando el niño entre en la adolescencia y en la edad adulta.
8. Los azotes en las nalgas, una zona erógena en la infancia, pueden establecer en la mente del niño una correlación entre el dolor y el placer sexual, y crear dificultades en la edad adulta. Los anuncios en algunas revistas “alternativas” del tipo “Quiero que me des unos azotes” dan fe de las tristes consecuencias de esta confusión entre el dolor y el placer. Si un niño recibe poca atención, excepto cuando los padres lo pegan y lo castigan, esto hará relacionar los conceptos de dolor y placer en la mente del niño. Un niño en esta situación tendrá una baja autoestima, creyendo que no merece nada mejor.
Incluso los azotes relativamente moderados pueden causar daño físico. Los golpes infligidos en la base de la espina dorsal producen un shock que se transmite a lo largo de la columna vertebral, pudiendo causar lesiones al niño. Algunos niños se han quedado paralizados por unos azotes a causa de las lesiones sufridas en los nervios de la columna, y algunos incluso han muerto a causa de complicaciones médicas que no han podido ser diagnosticadas.
9. El castigo físico exprime el mensaje peligroso e injusto de “la ley del más fuerte”, es decir, que está permitido hacer daño a los demás, siempre que sean más pequeños y menos poderosos. El niño entonces llega a la conclusión de que es lícito maltratar niños más pequeños. Cuando se convertirá en un adulto, sentirá poca compasión por aquellos menos afortunados que él, y temerá a los que son más poderosos. Esto hará que sea difícil establecer relaciones que tengan un significado, tan algo que es esencial para una vida emocionalmente satisfactoria.
10. Debido a que los niños tienen como modelos de aprendizaje a sus padres, el castigo físico les da el mensaje de que pegar es un medio adecuado para expresar sus sentimientos y resolver sus problemas. Si un niño no ve a sus padres intentar encontrar la solución a los problemas en un modo humano y creativo, puede ser difícil para él aprender a hacer lo mismo. Por esta razón, los comportamientos equivocados se pasan a la siguiente generación.
Una educación amable, con el apoyo de una base sólida de amor y respeto, es el único camino verdadero que conduce a un comportamiento eficaz y digno de elogio sobre la base de fuertes valores internos, en lugar de lo superficial “buen” comportamiento basado únicamente en el miedo.
Más información en Natural Child.
Del Blog de Sarai Llamas
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